17 de julio de 2012. Santo Domingo
Fátima Portorreal*
El cambio climático es un tema pendiente en las agendas de las instituciones estales y no gubernamentales por lo dramático impacto que la modificación del clima tendrá en los diversos ecosistemas del planeta Tierra. Y claro está, tanto para el lego como para el científico/as que estos cambios desfavorables para el ambiente se deben a las incorrectas acciones humanas.
Hoy todos conocemos que el sistema capitalista y su estrategia de desarrollo industrial amparada en prácticas extractivas (uso de cianuro y otros químicos) y productivas (monocultivos y la industrialización) han provocado un desastre ambiental de dimensiones claramente perceptibles al observador/as por los cambios en los ciclos naturales que impactan la vida de la gente como son las sequias, inundaciones y el calentamiento del planeta.
Ahora bien, todavía se discute en el mundo científico, la forma de interpretar estos cambios y las causas que lo originan. En pocas palabras los epístemes científicos están en disputa sobre lo acontece, por las distintas formas de conocer, la construcción de las teorías, y lo metodológico en los distintos campos multidisciplinarios que acaparan la problemática climática.
No obstante, a toda la parafernalia científica sobre el saber Hacer y el Ser, en relación con el clima, hay otros grupos, los/as productores/as de alimentos, aquellos que han sido marginados de este conocimiento y que tienen algo que decir al respecto. Ya porque se ven afectados directamente por las pérdidas de los suelos, las continúas inundaciones, sequias o por el aumento de la temperatura. Y esto lo señalan claramente en las comunidades del lago Enriquillo, las lomas de Martín García y los de sabana Quéliz (Constanza) entre otras.
El cambio climático es notorio en República Dominicana. Se viene a sumar a la intervención humana que ha destruidos los bosques, cuencas hidrográficas y ecosistemas en general. Y esto tiene que ver un sistema depredador de producción con monocultivo y deforestación que no atempera con la vida de otras especies.
Según los/as campesinos/as en los espacios rurales se percibe un aumento de las inundaciones, en otros, sequias y cambio de la temperatura, "más frías o más caliente". Al decir de la gente, el clima es un significante y un acontecer histórico. Los mayores suponen que las malas prácticas agropecuarias son la clave, pero otros acusan a un destino milenarista. Esto último, por supuesto, traspone los lenguajes aceptados por el mundo académico y es más que interesante entender cómo los productores perciben los cambios en el clima y cómo estos deducirán soluciones.
El clima es predecible según los campesinos. Tales afirmaciones van de boca en boca en la ruralia: "los tiempos ya no son buenos", ni para la agricultura, los animales ni la gente, ya que el clima cambió, tal como lo predijeron en el Centenario (referido al cambio de siglo XIX) los mayores. Veamos que decían los mayores: "llegará un momento que la tierra se calentará y secará, no habrá comida; en algunos sitios se producirán inundaciones y en otro lugar simplemente desaparecerá la vida"[1].
Hace unos días me comentaba un campesino que cuando la tierra se niega a parir y los ríos se secan es porque lo vientos traen mala señal. Con su lenguaje sencillo y su conocimiento práctico explicó que no se puede hacer nada con el clima, dado que "las señales se borran de los cielos y ni las oraciones de los convertidos pueden detener lo que pasa en el mundo".
Asimismo puntualizan que esos cambios fueron profetizados por los mayores y que a pesar de que se tomen medidas no es posible controlar el clima. Esta percepción es generalizada en la ruralia. Sin embargo, otros también consideran que lo climático puede revertirse, si dejamos las montañas sin tocar y si no se afectan la cabecera de los ríos.
A pesar del lenguaje pesimista y de dolor, los significantes se entremezclan con las informaciones recibidas de los técnicos y medios de comunicación y se abren nuevas expectativas sobre lo climático. A decir de las interpretaciones formales de mi epísteme, estos argumentos son corrientes en el mundo campesino y se entroncan bajo argumentos culturalistas que tratan de explicar el advenimiento de un milenio o de un castigo divino.
Empero son bastante claros en señalar que hace aproximadamente unos cuarentas años están percibiendo cambios en el clima y esto por supuesto nos hace preguntarles sobre sus estrategias para conocer o entender lo climático.
En toda las comunidades dan cuentan de que ocurre algo con el clima. Pero, ¿cómo los productores de alimentos están registrando estos cambios?, las respuestas son variadas según las regiones y los espacios de vida.
En mi recorrido por la ruralia he inventariado varios tipos de sistemas de detección climática que van desde la cabañuela[2] tradicional, la observación de los cambios lunares, los animales, el humo de los fogones de leñas, hasta las burbujas del agua en los ríos. La variedad en la forma de determinar los cambios atmosféricos es pintoresca pero muy aceptada en los campos dominicanos.
Estos observadores climáticos lo hacen siguiendo la tradición oral, nada se escribe. Todo se recoge de memoria y luego se comparte con los interesados, preservando así un recuento que se asocia con los árboles, las montañas, las riadas o los cambios atmosféricos. Se utilizan los sueños, las premoniciones, pero también se señalan claras identificaciones que clasificaré según lo contado:
1. Las cabañuelas. Se refiere a las observaciones que cada año hacen los expertos en el campo para predecir los meses de lluvia, sequia e inundaciones, etc., con la consiguiente recomendación sobre cultivos y épocas de siembra propicias. En este caso, se observan los cambios meteorológicos durante los primeros doce días del año o se colocan 12 granos de sal y según estos granos se conservan secos o se disuelven, se definen los meses de lluvias o los periodos de estiaje del año por venir.
2. Los aros de la luna. Durante los cambios lunares a luna llena o cuarto menguante tratan de percibir en la madrugada si se observan círculos de luces color ocre o amarillos oscuro. Dependiendo si estos círculos de luces están cerca o lejos del disco les indica si va llover mucho o será simple aguacero.
3. Las burbujas en el agua. Los campesinos entienden que en las aguas limpias abundan distintas especies y que se pueden observar cambios. Cuando observan burbujas que emergen del agua clara sin la existencia de especies de peces, están segura que se avecina muy pronto un aguacero muy fuerte.
4. Los animales. Dicen que los animales anuncian inundaciones y lluvias intensan. Los ganaderos observan que cuando las vacas están pastando en zona cercana a río y comienzan a subir a zona más alta, va a ocurrir una riada. Lo mismo dicen que ocurre cuando las jaibas, pues esta salen del río buscando las alturas. Al observar esto, no tardarán las aguas en copar el cauce. También los ganaderos consideran que el bramido del toro cambia de entonación anunciando lluvias torrenciales, por eso reconocen claramente los distintos bramidos para detectar observaciones climáticas, entre otras.
5. El humo de los fogones. Cuentan los campesinos que la dirección del humo de las cocinas, ya sea que se eleve verticalmente o se acueste hacia un lado, eso indica la probabilidad de lluvia en las próximas horas.
En pocas palabras, el observador climático tiene algo que contarnos a los académicos del clima. La tradición oral recoge excelente información. Lo significantes esperan.
[1] Historia contada por un anciano de noventa años residentes en los alrededores de la cuenca de Jima.
[2] Es un sistema tradicional que viene desde la colonización española que consiste en predecir el estado del tiempo a largo plazo por diferentes medios ya sea con el uso de sal o simplemente con la observación de los cambios del clima en los 12 primeros días del primer mes del año y tomándolo al revés en los siguientes 12 días.
*Antropóloga. Se dedica especialmente a estudios rurales y conflictos ambientales. Tiene una maestría en estudio de Género y Desarrollo y casi terminando su tesis doctoral en antropología ecológica. Los temas que investiga se relacionan con la tenencia de tierra, luchas sociales en el campo, soberanía alimentaria y conflictos ecológicos, entre otros. fatimaportorreal@gmail.com
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Publicado por GUASABARAeditor en GUASABARAeditor el 7/17/2012 09:46:00 AM --
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