De: Alexander Bonilla Duran <info@alexanderbonilla.com>
Asunto: Mi selva terapeuta.
A: "Alexander Bonilla Duran" <info@alexanderbonilla.com>
Fecha: lunes, 5 de marzo de 2012, 10:11 am
Estoy en medio de una Selva, donde los mosquitos me están comiendo. Escucho el silencio del monte, y el sonido de las chicharras y grillos. La guatusa anda por ahí, y el gigantesco Surá se levanta hacia las nubes engalanando con sus jardines colgantes el bosque tropical. Las hormigas rojas, sompopas, con su carga verde a las espaldas siguen su camino hasta su casa , su hormiguero, en forma de volcán , por donde desaparecen para almacenar su comida.
El viento danza y juega con las hojas de los árboles en este día soleado. Entre el bosque tenemos al manú, al gavilán, el cola de pavo, y el olla de mono. Bajo sus ramas están las palmas y otras especies que alimentan a los roedores que circulan por entre el monte. También el bosque está lleno de flores. Destacan las orquídeas de todos los colores, las pasionarias, las platanillas, las heliconias, que dan comida y morada a aves e insectos. Me gusta el blanco de la flor y el olor del heliotropo. Los hongos, helechos, los líquenes, tapizan el piso de la selva. Allá miro a los anfibios y reptiles reunidos en una laguna, y al venado que llegó a tomar agua; están felices las lagartijas, las serpientes( boas, terciopelos,la matabuey y la cascabel muda), los sapos y las ranas con sus diversos colores y cantos. Por allá se escapa un sapito rojiazul, con su piel venenosa para protegerse de sus depredadores. Las ranas arborícolas son todo un espectáculo. Aves ni les cuento, en esta selva se tienen unas 400 especies residentes y migratorias; en un día uno puede ver hasta 100 especies, entre ellas : el tucán, las oropéndolas,las calandrias,halcones,águilas, colibríes, loros, las tángaras, los sargentos,los pechoamarilos, y muchas más multicolores. Colores variados y cantos diversos.
El bosque está en silencio , estoy descansando de la caminata. De pronto un alarido nos indica que llegaron los monos congos, y sus amigos los carablanca. Al rato surge un silencio que asusta, señal de que ronda el jaguar, el puma y el león breñero. Hay que tener cuidado.
Disfruto el discurrir manso del agua del río. Por ahí miro escaparse a un guagipal y la nutria huye entre el agua. Y sorpresa, cayó al agua un tepescuintle, al cual apenas logro verle sus rayas. La guatusa ronda nuestro sendero, al igual una martilla, y un oso perezoso nos observa desde una rama que va atravesando lentamente.
Llega el atardecer, casi la noche y emprendo el regreso. Empiezan a aparecer los murciélagos, que son importantes polinizadores del bosque, dispersadores de semillas, son además insectívoros. Por aquí se tiene un murciélago blanco, característico de las tierras bajas del atlántico entre Honduras y Panamá.
Empiezo a caminar y dejo los peces del río tranquilos, me despido de los monos que me dicen adiós con sus aullidos sonoros. Voy todo picado de zancudos. Pero valió la pena este encuentro con el silencio y los sonidos de la selva.
Que nos dure esta montaña. Cada vez que me siento estresado, recurro ella. Es mi mejor terapista. Me da paz, tranquilidad, y me hace reflexionar de lo que sería de mi mundo sin MI SELVA.