¡Ojo con 'Rigo' Arias! olumnistaedgarespinoza.com
¡Ojo con 'Rigo' Arias!
Se percibe en el ambiente nacional un ostensible y creciente
desasosiego ante las pretensiones de don Rodrigo Arias de postularse,
a troche y moche, como candidato presidencial por el partido
Liberación Nacional para el período 2014-2018.
El temor se origina no solo en su forma desabrida de irrumpir en el
escenario político, sino en la fuerte tufarada a clan político
familiar que va dejando a su paso, en la irreprimible obsesión de
poder que lo delata, y en ese estigma suyo de hombre acunado en la
ortodoxia de los grandes negocios sin la menor sensibilidad social de
nada, por más que ahora nos presuma de Gandhi.
Rodrigo sabe bien que en este momento tiene el ajedrez político a su
favor y que no lo va a desaprovechar un ápice, pues a falta de una
oposición unida o de algún contendiente que le enseñe el colmillo, su
único escollo, que era la fecha de la convención del PLN, ya se lo
acomodó a su mejor modo y conveniencia haciendo lo que él muy bien
sabe hacer: guiñarle el ojo a alguien.
El resto será asunto de coser y cantar, pues con el camino allanado y
sin nadie en el horizonte inmediato que lo desvele, llegará a los
comicios y muy posiblemente al poder con la suculenta mesa electoral
servida, a menos, claro está, de que haya alguna sorpresa de última
hora y el antiarismo, que ya parece multitud, logre convencer a José
María Figueres, o en su defecto a San Judas Tadeo, patrono de las
causas perdidas, de que le salga al paso a Rigo con los tacos bien de
frente.
Es tal la aprensión popular hacia Rodrigo que hasta los más viscerales
opositores al PLN, en medio de su actual estado de invalidez, vejez y
muerte políticas, adoptarían a ojo cerrado a Figueres como su
candidato oficial así tengan que bajárselo como un trago amargo por el
resto de sus vidas, antes que ver a Rigo Arias en Zapote haciéndonos
girar como su nueva rueda de la fortuna.
Nadie olvida el episodio de Rodrigo en mayo del 2010 abriendo los
fuegos de la política cuando ni siquiera doña Laura había probado el
cojín de su silla de gobierno. Ese abusivo y repudiable irrespeto
hacia la presidenta, hacia su partido, hacia su mismo hermano Óscar
quien le había prestado a ella el peluche, y hacia su país, lo retrató
desde entonces de cuerpo entero.
La torpeza, falta de tacto y menosprecio de que hizo gala al alterar
un orden ético nacional establecido, lo descalifica de plano para
liderar un país ávido de gente seria, creíble y responsable, porque si
Rodrigo le pasa por encima de esa manera a su gente más entrañable, e
incluso a la patria que dice amar, ¿de qué no será capaz con el
ciudadano y con la suerte toda del país de llegar alguna vez al poder?
Esto, a todas luces, es un pésimo augurio pues con él podríamos estar
ante alguien que, por su perfil emocional, esté urgido de poder, y
quizá hasta de poder absoluto, como la única droga que le amanse el
ego. ¡Parecido a su hermano Óscar… ávido siempre de reconocimiento
público, espejos y ovaciones para poder mantener al tope sus niveles
de autoestima! La diferencia entre ellos es apenas de matices, pues
mientras este se mercadea como un humanista entregado a la paz del
mundo, Rodrigo es, por excelencia, la gran máquina de hacer números.
De modo que como hombre pudiente forjado en la buena vida y el lujo
(que no tiene nada de malo), Rodrigo pareciera concebir el poder
político no necesariamente como el instrumento social al servicio del
bienestar público, sino más bien del negocio privado al servicio de
las élites en medio de la más fosforescente coreografía de influencias
imaginable (que sí tiene todo de malo).
No de otra manera se explica uno la ansiedad suya por volar en la
máquina del tiempo y llegar ya mismo a ese 8 de mayo del año 2014 para
ostentar el supremo estrado de la república y sentirse, por fin, a sus
anchas, no para acaudillar de corazón una causa nacional sino más bien
como el magnate todopoderoso con mentalidad de corporación privada,
transnacional o wall street tropical.
Su reciente propuesta para anticipar la convención del partido a
contrapelo de los demás aspirantes verdiblancos, y que se le aceptó en
menos de lo que aletea un colibrí, es parte de esa estrategia suya tan
calculadora de ir decapitando a cuanto títere se le aparezca, en medio
de pretextos tan jalados del pelo como el de guardarle la
consideración a doña Laura y ahorrarle recursos al partido. ¡Según
Tula!
Y si él le hace eso a sus compañeros y compinches de partido, entre
otros cofrades, nos lo hará sin duda también a nosotros no bien
saboree las mieles del poder precisamente ahí donde ya de por sí el
clan Arias parece gozar de una insospechada red de influencias en
instituciones públicas del calibre de la Asamblea Legislativa, del
Poder Judicial (Sala Cuarta incluida) del TSE, de la CCSS, del ICE, la
Contraloría, el Ministerio Público y otras, en detrimento, por
supuesto, de los más sanos ideales y principios democráticos, si es
que alguno sobrevive aún.
Pero, diay, al colapsar el ya precario tinglado político bajo el que
nos acurrucábamos todos, y desplomarse por arrastre el sistema de
pesos y contrapesos que medio nos mantenía en vilo, surgió de repente
el gran vacío de poder que, ni lerdos ni perezosos, los Arias
corrieron desalados a ocupar para amarrar así su dinastía tan
eternamente como les sea posible.
Lo que sigue será ahora de cosmética pura. A sabiendas de que Rodrigo
es tímido, frágil y nerviosón; de tics, pocas palabras y algo saltón,
sus paramédicos de la imagen han volado a enseñarle cómo comportarse
ante el público, ante las cámaras y ante la prensa. De ahí que ahora
se le vea con otra apariencia gracias a esa cirugía política que se
practicó y que, concebida solo para lucirla a las grandes masas, le
permite, entre otros modales, ver, hablar, caminar y moverse con un
carisma prefabricado (¿los habrá ya de silicón?), pero carisma al fin.
Esto, por cierto, tampoco nos da ninguna buena espina porque la
fortuna que se debe estar dilapidando en esas veleidades de la imagen,
nos evoca, en materia de gasto público, la fama de los Arias como
especialistas en dejar mesas servidas de huesos con hormigas a sus
sucesores, y a nosotros, los siervos de la gleba, si acaso de algún
mendrugo.
En fin, hemos dejado de ser la patria pura y simple de otrora; la
entrañable, la del cálido regazo, la madre grande de cuyo arrorró
venimos. Ahora, en cambio, por fina cortesía de los políticos, somos
La Patria S.A., la corporativa, la negociable, la del quién da más por
ella…
De modo, costarricenses, que mucho ojo con Rigo y mucho ojo también
con los demás aspirantes al poder, miembros activos del "Club de Lo
Mismo Tirando a Peor", principal detonante del coma político que nos
tiene a todos como agua para chocolate.
ed@columnistaedgarespinoza.com
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