En términos políticos el hartazgo es una sensación de frustración, de cansancio, de no soportar el modelo existente, de desear en lo más profundo del alma, un cambio, a veces sin importar claramente el nivel de compromiso que implica la materialización de un proceso alternativo electoral.
En el año 2004 el pueblo dominicano llegó al hartazgo como consecuencia de los efectos devastadores de la crisis bancaria, de su reflejo en la canasta familiar, del alza de la prima del dólar, entre otras situaciones. En ese escenario la reelección presidencial fue la gota que rebosó la copa ciudadana.
Sin embargo, el presidente Mejía tomó las decisiones correctas para evitar un "corralito" y abocar el país a un caos de consecuencias impredecibles. El PLD no tuvo que hacer campaña electoral, simplemente se montó en la ola de la indignación popular.
Exactamente igual que entonces, el hartazgo ha reaparecido después de ocho años de gobierno, en términos no imaginables por la cúpula del poder. Recuerdo muy vivamente, cuando en mi condición de Secretario de Comunicaciones del PRD, sostuve una reunión con los principales miembros de la Secretaría, faltando 48 horas para el evento electoral del 16 de mayo del 2004.
Ante los comunicadores, luego de un extenso análisis, les dije que se avecinaba un triunfo del PLD en prácticamente todas las mesas electorales, y que estuviesen preparados para la derrota, que solamente un milagro político podía conducirnos a una hipotética "Segunda vuelta".
La errada idea de que el PRD fuera el PRI de México, que surgió a raíz de la victoria de 1978, ratificada en 1982, condujo a muchos compañeros a asumir concepciones desapegadas de la realidad institucional y de la democracia. Tarde o temprano el PRI mexicano perdió el encanto; aquella maquinaria todopoderosa que cambiaba los candidatos a la presidencia y mantenía intacta la dominación partidista, fue destrozada el día menos pensado, cuando el hartazgo hizo fisura en el electorado compacto de más de medio siglo de reelecciones partidarias.
El PLD a imagen y semejanza del PRI mexicano cree inalterables y estáticos sus niveles de aceptación electoral, sin tomar en cuenta el desgaste, las inconsecuencias, los errores, pero sobre todo el fenómeno del hartazgo, puesto de manifiesto en la sociedad. La reivindicación de Hipólito Mejía es el resultado de una nueva oportunidad y un nuevo compromiso con objetivos sociales contrastando con el fracaso de la actual gestión de poder endosada al candidato Danilo Medina.
Estamos hoy ante un hartazgo de proporciones gigantescas, registrable a todos los niveles sociales. Los que están en el gobierno se equivocan como nos equivocamos los que estábamos en el poder en el 2004. La fuerza huracanada de la indignación popular ha tomado un camino irreversible. Las diversas formas irregulares de sumar el voto a través de dádivas, de tarjetas, de compra de votos, de nombramientos a la carrera, se tornan de súbito disfuncionales o inefectivos.
El hartazgo en política es desazón, desilusión, por aquella canción del artista mexicano José José, donde dice que hasta la belleza cansa. En estos días de reflexión y amor en Jesús, la única belleza que no cansa es la que proviene de su mensaje y trascendencia de espiritualidad y liberación. http://www.listindiario.com.do
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Publicado por GUASABARAeditor en GUASABARAeditor el 4/05/2012 10:21:00 AM --
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